No hace mucho hablábamos sobre la conveniencia o no de importar celebraciones venidas de la actual cultura colonizadora: la Yanki.
Retomando el tema (a vueltas con la borrica)… no aguanto al Gordo de la Coca-cola y menos aun al flaco del 7Up (el Grinch).
Y es que, a fuerza de apartarlos, nos estamos quedando sin Reyes Magos y Belenes. Religiones aparte, que no es mi tema, es lo que hemos mamado, y ya bastante desventaja tienen los pobres con respecto a la maquinaria del marketing proveniente del otro lado del charco.
Pero como es Navidad, voy a dejar a un lado eso… y trataré de buscar el lado positivo a tan peculiar forma de interpretar las cosas: Son capaces de convertir cualquier horterada en un show con mayúsculas.
Si me pidieran que le pusiera una foto a la Navidad española… sin duda ninguna (y a base de marcárnoslo a fuego) en ella aparecería Raphael cantando el Tamborilero. Habrá quien defienda eso a capa y espada y lo respeto, pero… en este caso prefiero lo que me ofrecen los americanos:
Un icono de la música, Brian Setzer (alma mater de Stray Cats) nos deleita con un Jingle Bells mecido a ritmo de Big Band.
Sí, tenemos mucho que aprender de ellos en cuanto al uso de la música para atraer a las masas. ¿Ejemplo? Pues a bote pronto… si las misas patrias se ‘ennegrecieran’ un pelín… igual iban más que las cuatro viejas de siempre.
Felices Fiestas de nuevo
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